Este verano, objetivo felicidad

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Ahora que se ha puesto de moda eso de alcanzar la felicidad en nuestra vida, parece que con la llegada de las vacaciones se convierte casi en un requisito obligatorio. Independientemente de si pensamos que la felicidad es la meta o que está en el camino, lo que es socialmente impensable es el que no nos planteemos conseguirla durante estos días de estío.

Y muchos nos preguntamos, si con la que está cayendo, con la inestabilidad que a nivel mundial se percibe en los mercados y con las repercusiones que tiene esta situación en nuestro día a día profesional, ¿no será una incongruencia plantearnos en estos momentos esa búsqueda de felicidad, cuando el día a día lo que estamos seguros que sí va a hacer, es el aportarnos un granito más de incertidumbre? Y con este escenario, ¿también tenemos que ser capaces de conseguir ser felices en nuestras vacaciones? Parece otro reto inalcanzable, porque las preocupaciones no “desaparecen” como por arte de magia durante esos días, por mucho que llevemos anhelando el poder romper con la rutina, el cambiar de escenario y el desconectar.

De lo que no me cabe la menor duda es que ese objetivo, bien enfocado es alcanzable, a pesar de todas las circunstancias personales que nos rodeen a cada uno de nosotros durante esos días. Y una gran pista para alcanzarlo y poder disfrutar de unas felices vacaciones, nos la da el Dalai Lama:

“Sólo existen dos días al año en los que no se puede hacer nada, ayer y mañana”

El alcanzar la felicidad viviendo el presente que está cada vez más de moda, es fruto de un cambio interior que poco a poco va calando cada vez más en la sociedad. Y es que hasta hace cuatro días, en términos generales, la felicidad se vinculaba más al “tener” que al “ser”; ya que sin alcanzar un estatus determinado, parecía una utopía casi plantearse el ser feliz. Porque de forma más o menos explícita, socialmente se asociaba la felicidad con una casa mejor, un coche que superara al de poseían las personas de nuestro entorno, el viajar a determinados destinos, el prestigio del colegio de los hijos, etc.

Y paralelamente en el entorno profesional, se vinculaba con los aumentos salariales, los ascensos profesionales, la categoría de la empresa en la que se trabajaba o el conseguir determinados títulos. Porque si a algo nos ha acostumbrado la sociedad de consumo en la que estamos sumidos es a no estar nunca satisfechos, porque “pensamos” que más es mejor y por eso, vivimos siempre más pendientes de los que nos falta que de lo que hemos conseguido, y si no alcanzamos esos deseos, nos sentimos desgraciados. Por ello, en muchas ocasiones, anteponíamos estas variables por encima de la familia, la vida privada, el tiempo libre e incluso en ocasiones, la ética profesional y personal, con tal de alcanzar “esa felicidad social tan anhelada”.

Afortunadamente ahora las cosas están cambiado. Día a día se valora más como un paso fundamental para alcanzar la felicidad, sensaciones como la de estar en paz con nosotros mismos, o la de apreciar los pequeños placeres que nos regala la vida y que tantas veces dejamos pasar desapercibidos. Y ante objetivos aparentemente tan simples, llama la atención el observar lo complejo que realmente resulta alcanzarlos. Por eso durante estos días de descanso, en los que al menos, tenemos que cambiar nuestras rutinas, plantarnos como objetivo la felicidad puede ser un excelente reto.

La clave está en que cada uno de nosotros nos tenemos que fijar nuestras propias metas, saber cuáles son las sensaciones y valores que nos proporcionan la felicidad y al igual que profesionalmente hemos diseñado nuestros planes de acción de mejora en los que nos fijamos el qué queremos conseguir, unas fechas para lograrlo, y los medios que vamos a poner a nuestro alcance para hacerlo; en nuestro objetivo para alcanzar la felicidad no debemos quedarnos atrás, siendo conscientes de que no siempre es sencillo hacerlo, porque no siempre sabemos cómo empezar o cómo enfocarlo.

Por eso, si realmente quieres fijarte estos objetivos puedes contar con la ayuda de profesionales donde a través de sesiones de Coaching, te puedan orientar a ponerte en el camino para que, de esta manera, el practicar la gratitud, la integridad, la bondad, la valentía, así como el apreciar las cosas sencillas de la vida, fomentar el tener buen humor y el hacer felices a los demás sean algunas de las pistas que nos puedan dar de forma concreta según nuestro caso.

Fijarnos nuestro reto de mejora, mientras aprendemos a disfrutar del proceso para alcanzar la felicidad, puede marcar la diferencia entre obtener los resultados de las vacaciones de años anteriores o de conseguir que estas sean realmente unas de las mejores vacaciones de nuestra vida. Yo lo tengo claro, y tú, ¿te apuntas?

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Elena Martín

Elena Martín

Directora de Recursos Humanos

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