Los peligros de una reacción improvisada

Los peligros de una reacción improvisada

Hace unos días tuve el placer de dar una charla en México, en el encuentro que organiza la Secretaría de Educación Pública Federal con motivo del Día del Emprendedor en México.

Desde la Secretaría de Educación Pública, se convocó a las universidades de todo el país - que mostraban sus casos de éxito de spin off universitarias; sus grupos de investigación, así como asociaciones de empresarios y consultoras - a un macro evento en el WTC de Ciudad de México. En esta cita, durante dos días, se analizó la situación de la vinculación de las universidades con la empresa; se presentaron los apoyos al emprendimiento en el país, y se mostró la capacidad de generación de riqueza desde las universidades.

También se habló, y mucho, de los problemas de las universidades públicas; de lo difícil que es la colaboración entre universidad y empresa; su financiación, y su futuro. Además, mi charla, que inicialmente versaba sobre las Universidades Emprendedoras, derivó hacia una ponencia sobre los actores (universidades y sus gestores; universitarios y empresas) y los errores que con más frecuencia se reproducen en el modelo de educación de las universidades públicas.

Los tres errores capitales, a mi modo de ver, por parte de los gestores universitarios son: que no existe una preocupación por el fomento de la cultura emprendedora ni en los alumnos ni en los profesores. Otro error "capital" se traduce en que en muchos casos, la universidad vive ajena al proceso de globalización que afecta a su entorno, ni tan siquiera existe inquietud por innovar internamente. Y por último; en muchos casos, en la universidad, existe un importante predominio del investigador sobre el emprendedor y se sigue debatiendo si la vinculación es una oportunidad o existe incompatibilidad.

En este sentido, las conclusiones más importantes, se centraron en que el futuro de las universidades, más ahora, en tiempo de recortes (no sólo hay recortes en México, o en España, sino en buena parte de los países de la OCDE), pasa por una modernización, y por un cambio cultural profundo en el seno de cada institución, en el que se fomente de verdad una cultura emprendedora en el profesorado, se forme a los titulados en base a las necesidades de las empresas; se creen más puntos de encuentro entre las universidades y la sociedad, y además, las universidades mantengan una búsqueda proactiva de fuentes complementarias de financiación.

La receta anterior, tiene que administrarse bajo un plan estratégico y una modernización posterior: no vale improvisar, porque jugamos con algo tan importante como el futuro de nuestra competitividad.

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David Álvarez

David Álvarez

Consultor Senior del Grupo Futuver

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